Será Ringo, ex boxeador devenido bombero voluntario, que se enamora de Celeste Cid en Sos mi hombre. Para eso entrena doble turno arriba del ring, en un deporte en el que fue iniciado por su papá y que practica desde hace años.
Como se ve, su cuerpo está a full. ¿Y su corazón? Ahí anda: está recién separado de Sabrina Rojas, “de mutuo acuerdo y en buenos términos”, tras dos años y medio de relación. ¡Es ahora, chicas! Está más fuerte que nunca, solo, y promete dar pelea.
mpezó sobre el escenario, con la intensidad de una pieza de teatro y los vericuetos de cualquier telenovela. Luciano Castro (37) y Sabrina Rojas (32) ya no están juntos. “Se separaron en muy buenos términos. Se dicen muchas cosas, pero Luciano está solo y por ahora sólo piensa en entrenar para la nueva novela”, contaron desde el entorno del actor. Según pudo saber GENTE, hace un mes y medio que Sabrina dejó la casa del actor en Olivos. Y es cierto: las cosas entre ellos fueron en armonía y sin terceros en discordia. El actor está dolido –estuvieron juntos dos años y medio–, y por eso su nuevo personaje resulta el canalizador ideal. “La terapia del boxeo es intensiva. Permite una espectacular descarga de tensiones. No sabés lo bien que queda ‘el gordo’ después de diez rounds dándole duro y parejo a la bolsa”, cuenta Charly, su entrenador de boxeo desde hace varios años y quien hoy lo prepara para protagonizar “el papel de su vida”, según afirman quienes más lo conocen. Luciano será Juan José “Ringo” Di Genaro, un ex boxeador que se gana la vida haciendo changas, integra el cuerpo de bomberos voluntarios del Delta y sucumbirá a los encantos de Celeste Cid. Será en Sos mi hombre. Será “muy pronto”. Y será por El Trece.
ATRAS QUEDO. Lo de Luciano y Sabrina empezó en el verano de 2010, en Mar del Plata, cuando hacían Valientes en teatro. Tanto se notaba que entre ellos había algo, que desde la tribuna les gritaban “¡ese beso fue de verdad!”. Pero aquellos besos teatrales se escondían detrás de risas cómplices, y el romance recién se confirmaría cuando terminaba marzo de aquel año, en la tapa de GENTE en la puerta del hotel Sheraton, de Mendoza. Se fueron a vivir juntos a la casa del actor en Olivos. ¿De formalizar? El, ni una palabra. Ella: “Nunca nos vamos a casar. Nos amamos, pero yo no necesito que firmemos un papel, ¡y Luciano mucho menos!”. Entre ellos el compromiso pasaba por otro lado. “Desde que están juntos, él viajó más de una vez a Godoy Cruz, la ciudad natal de la mendocina Sabrina. Fue una primera vez a conocer a sus suegros, y fue tal el éxito que volvió cada vez que pudo”. Así estuvieron dos años, hasta que en octubre del año pasado hubo una primera crisis que duró nada. Sabrina lo acompañó a Mar del Plata, donde hacía Camino Negro en teatro, con Romina Richi. Se instalaron de diciembre a marzo. Y tan bien continuaron las cosas, que entre marzo y junio ella también lo siguió en el crucero por el Atlántico donde filmaba la película Amor a mares. Fue el último gran viaje que hicieron juntos.
Como se ve, su cuerpo está a full. ¿Y su corazón? Ahí anda: está recién separado de Sabrina Rojas, “de mutuo acuerdo y en buenos términos”, tras dos años y medio de relación. ¡Es ahora, chicas! Está más fuerte que nunca, solo, y promete dar pelea.
mpezó sobre el escenario, con la intensidad de una pieza de teatro y los vericuetos de cualquier telenovela. Luciano Castro (37) y Sabrina Rojas (32) ya no están juntos. “Se separaron en muy buenos términos. Se dicen muchas cosas, pero Luciano está solo y por ahora sólo piensa en entrenar para la nueva novela”, contaron desde el entorno del actor. Según pudo saber GENTE, hace un mes y medio que Sabrina dejó la casa del actor en Olivos. Y es cierto: las cosas entre ellos fueron en armonía y sin terceros en discordia. El actor está dolido –estuvieron juntos dos años y medio–, y por eso su nuevo personaje resulta el canalizador ideal. “La terapia del boxeo es intensiva. Permite una espectacular descarga de tensiones. No sabés lo bien que queda ‘el gordo’ después de diez rounds dándole duro y parejo a la bolsa”, cuenta Charly, su entrenador de boxeo desde hace varios años y quien hoy lo prepara para protagonizar “el papel de su vida”, según afirman quienes más lo conocen. Luciano será Juan José “Ringo” Di Genaro, un ex boxeador que se gana la vida haciendo changas, integra el cuerpo de bomberos voluntarios del Delta y sucumbirá a los encantos de Celeste Cid. Será en Sos mi hombre. Será “muy pronto”. Y será por El Trece.
ATRAS QUEDO. Lo de Luciano y Sabrina empezó en el verano de 2010, en Mar del Plata, cuando hacían Valientes en teatro. Tanto se notaba que entre ellos había algo, que desde la tribuna les gritaban “¡ese beso fue de verdad!”. Pero aquellos besos teatrales se escondían detrás de risas cómplices, y el romance recién se confirmaría cuando terminaba marzo de aquel año, en la tapa de GENTE en la puerta del hotel Sheraton, de Mendoza. Se fueron a vivir juntos a la casa del actor en Olivos. ¿De formalizar? El, ni una palabra. Ella: “Nunca nos vamos a casar. Nos amamos, pero yo no necesito que firmemos un papel, ¡y Luciano mucho menos!”. Entre ellos el compromiso pasaba por otro lado. “Desde que están juntos, él viajó más de una vez a Godoy Cruz, la ciudad natal de la mendocina Sabrina. Fue una primera vez a conocer a sus suegros, y fue tal el éxito que volvió cada vez que pudo”. Así estuvieron dos años, hasta que en octubre del año pasado hubo una primera crisis que duró nada. Sabrina lo acompañó a Mar del Plata, donde hacía Camino Negro en teatro, con Romina Richi. Se instalaron de diciembre a marzo. Y tan bien continuaron las cosas, que entre marzo y junio ella también lo siguió en el crucero por el Atlántico donde filmaba la película Amor a mares. Fue el último gran viaje que hicieron juntos.
¿Cómo sigue Luciano? Atento a Mateo (10), su único hijo y su mayor satisfacción. ¿Además? Enfocadísimo en Ringo. Todas las mañanas entrena con Charly en la Unión Vecinal de Fomento de Munro –un verdadero club de barrio con ambiente de boxeo, que resulta ideal para que los actores se mimeticen con el personaje–.
A la tarde graba en los estudios Baires, de Don Torcuato, o exteriores en Tigre. “Arrancamos a las cinco y media de la mañana con una rutina de piques y trote. Tiene que ser tan temprano por cuestiones hormonales: es cuando mejor funciona la testosterona. Tras dos horas de aeróbico, a la tarde hacemos una rutina específica de boxeo”, cuenta su entrenador y agrega: “El gordo se alimenta muy sano. Es prolijo y muy dedicado en el ring. Lo entreno desde hace ya varios años y a esta altura se trata de ajustar lo que ya sabe. Luciano creció viendo boxeo con su papá. Es más: te diría que prácticamente es un boxeador. Siempre me hace de sparring. ¿Su mejor golpe? Su gancho de derecha. En el cuadrilátero llegó a tirar gente con ese ataque”. Y, sin duda, muchas más serán las que queden nocaut cuando vuelva a la tele como Ringo.
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