Guillermo Francella irrumpe aceleradamente. Parece apurado, pero no lo está. Tiene un poco más de una hora de descanso antes de grabar la siguiente escena de El hombre de tu vida, serie que estrenó con éxito arrollador hace dos semanas, bajo la dirección de Juan José Campanella.
Sus ojos color agua se mueven ansiosos. Dice que está feliz y parece querer gritarlo a los cuatro vientos. Acaba de enterarse que Los Marziano, película que protagoniza junto a Arturo Puig, Mercedes Morán y Rita Cortese, fue seleccionada para la competencia oficial del Festival de San Sebastián. Una varita mágica bien podría estar en su mano, pero no tendría el ego para reconocerse dueño de tal poder.
“Creo que fue elegida porque es una película bastante particular que habla de muchas cosas. Está plagada de sutilezas, de cosas que no hace falta decir pero que están. Es una historia al corazón. La anécdota es cómo se articula el encuentro de dos hermanos que están enemistados y todo lo que hacen las mujeres de su vida para juntarlos. Tiene mucha intensidad. Es una película muy interesante”, define, con subita verborragia, y cuando habla evoca las situaciones de la familia Marziano con la mirada. Sus ojos color cielo destellan euforia: “Fue una experiencia muy enriquecedora. Que la hayan distinguido es una prueba acabada de que la película tiene su solidez, tiene su importancia. Allá van muchas películas. Que la elijan para la ceremonia oficial es maravilloso”.
Retumban en sus oídos todavía las palabras de Pedro Almodóvar: “Y el ganador es…El secreto de sus ojos”. Así alzaban el Oscar, él y Campanella, junto a la comitiva argentina en Los Angeles, un año y algunos meses atrás. Así firmó su paso a la posteridad. Consagrado como actor capaz de reinventarse una y mil veces, rompió cualquier etiqueta. Ya nadie podía discutir su ductilidad interpretativa. Si no, basta con repasar los últimos seis años de carrera: hizo en teatro La cena de los tontos, Los reyes de la risa, nada más ni nada menos que junto a Alfredo Alcón, y dos musicales:Los Productores, con Enrique Pinti y El joven Frankenstein. En cine participó en películas tan disímiles como Papá se volvió loco, Bañeros 3, Incorregibles, Rudo y cursi, El secreto... y Los Marziano, y en televisión, cosechó fans interpretando a Pepe Argento en Casados con hijos, participó en el drama Vidas robadas, y en la serie on line Alejo y Valentina. Atrás quedaron los sketchs de capocómico que parecían su marca registrada.
Retumban en sus oídos todavía las palabras de Pedro Almodóvar: “Y el ganador es…El secreto de sus ojos”. Así alzaban el Oscar, él y Campanella, junto a la comitiva argentina en Los Angeles, un año y algunos meses atrás. Así firmó su paso a la posteridad. Consagrado como actor capaz de reinventarse una y mil veces, rompió cualquier etiqueta. Ya nadie podía discutir su ductilidad interpretativa. Si no, basta con repasar los últimos seis años de carrera: hizo en teatro La cena de los tontos, Los reyes de la risa, nada más ni nada menos que junto a Alfredo Alcón, y dos musicales:Los Productores, con Enrique Pinti y El joven Frankenstein. En cine participó en películas tan disímiles como Papá se volvió loco, Bañeros 3, Incorregibles, Rudo y cursi, El secreto... y Los Marziano, y en televisión, cosechó fans interpretando a Pepe Argento en Casados con hijos, participó en el drama Vidas robadas, y en la serie on line Alejo y Valentina. Atrás quedaron los sketchs de capocómico que parecían su marca registrada.
Con El hombre de tu vida, Francella suma 20 programas televisivos en su haber. Con esa autoridad, considera a la televisión argentina “una de las mejores del mundo”. “Hay muy buena ficción, noticieros, programas de deportes, están también los programas de chimentos, que la gente los consume, sino no tendrían encendido. Están los 'Bailando' y los 'Cantando'…Lo que a mí me gusta, lo que yo veo, no tiene nada que ver con que se tenga que hacer otra televisión. Hay un control remoto, la gente consume todo tipo de productos y se puede elegir. Acá hay buenos contenidos y otros que no son tan buenos”, define, contundente.
Los ojos color cristal forman finas arrugas alrededor cuando sonríe. Sin mostrar los dientes contagia su alegría y calma interna. Calma que hace algunos años no tenía en pos de estar en cine, teatro y televisión a la vez. Ahora elige y gana. Exitos sucesivos ensalzan su arte. Tal vez sea la varita mágica. Algunos dirán que es talento. Francella prefiere llamarle actuación.
Los ojos color cristal forman finas arrugas alrededor cuando sonríe. Sin mostrar los dientes contagia su alegría y calma interna. Calma que hace algunos años no tenía en pos de estar en cine, teatro y televisión a la vez. Ahora elige y gana. Exitos sucesivos ensalzan su arte. Tal vez sea la varita mágica. Algunos dirán que es talento. Francella prefiere llamarle actuación.
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“La gente me decía: ‘¿Para qué correr un riesgo?’. Yo sentía que pasaba el tiempo y estaba como en una meseta. Tenía ganas de tener otros contenidos en la mano de que me pasaran otras cosas como actor”, explica, con los ojos color mar mirando hacia adentro, repasando sus pensamientos. Con especial cuidado aclara: “No reniego de nada. Fui muy feliz haciendo todo ese cine industrial y para la familia que venía haciendo. Pero quería explorar otras zonas. Se fue dando y ahora gracias a Dios es permanente la llegada de textos y de guiones. Había zonas como el musical que a mí me fascinaban pero era totalmente nuevo. Me preocupé mucho por bailar, entonar, no desafinar, que no es poca cosa. Lo logré pero con mucho esfuerzo. Trabajé mucho”.
Guillermo se levanta todos los días muy temprano. Desayuna tranquilo, leyendo los diarios y se va a grabar. El hombre de tu vida le demanda diez horas diarias de trabajo por cada capítulo. Cada capítulo requiere de siete días de trabajo. Entre capítulo y capítulo, tiene unos días de descanso, y es cuando va a jugar al golf o simplemente se relaja en casa leyendo un buen libro y pasando tiempo con su familia. Creía que un unitario no le exigiría tanto como una tira diaria. Se equivocó. “La última tira que hice fue Trillizos y dije: ‘No hago nunca más esto’. Ahora estoy con la misma intensidad de trabajo. Pero cuando ves el resultado, la factura y el cuidado que tiene no te importa nada. Te encanta”, afirma.
“La diferencia con otras ficciones es la factura técnica. Esto es un lujo, no se da en muchos lugares. Este deseo de Juan de utilizar las cámaras de El secreto…, la luz del Dr. House…Le dieron todo lo que pidió, y por eso está feliz. Y por eso el resultado”, agrega el actor que junto a Darín se está transformando en el fetiche del premiado Campanella. A favor del resto de las ficciones que están al aire por estos días, aclara que, según las mediciones, la serie no le quitó audiencia a nadie. “Mucha gente se había alejado de la televisión y con la llegada de El hombre de tu vida no es que le restamos encendido a alguien sino que aumentó el encendido en general. Hubo como una recuperación de televidentes que se habían perdido”.
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