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Alberto Ammann de inmigrante ilegal a trabajar con Darín

Protagonista de Tesis sobre un homicidio, confiesa que le gustaría comentarle sus ideas políticas a la Presidenta. El exilio en España.

                    De inmigrante ilegal al sueño con Darín




Concentrado, pero sin distraerse de sus respuestas, Alberto Ammann abre una cartera de cuero, saca tabaco y papel, y con la paciencia de un artesano  arma su primer cigarrillo en el cinco estrellas porteño donde se hospeda junto a la española Clara, su compañera en el amor y en la profesión. La tonada del actor de Tesis sobre un homicidio es extraña. Aunque es cordobés, se fue exiliado cuando tenía dos meses, y regresó a la capital cordobesa en 1982 con cuatro años. Allí estuvo hasta los 25, dedicándose a su formación de actor y de guitarrista clásico en el Conservatorio, cuando decidió retornar a Madrid en 2005 para “probar suerte”. “Fui por seis meses pero cuando se me venció el tiempo me la jugué y me quedé como inmigrante ilegal. Trabajé en negro como mozo durante muchos años, y con lo que ganaba estudié teatro con  Juan Carlos Corazza”, recuerda el actor de 34 años.
Ammann conoce la frase “nadie es profeta en su tierra”. Llegó a la película que se estrenó el pasado jueves con el éxito de Celda 211 en sus hombros, film con el que ganó el Premio Goya como Revelación en 2009. “Me contactaron la productora Tornasol y Gerardo Herrero (productor español). Me enviaron el guión, me contaron que iba a rodar en mi país con la dirección de Hernán Goldfrid. Hasta ahí venía contento, pero cuando dijeron que la protagonizaba Darín fue una alegría enorme. Era un sueño trabajar con él. Estaba emocionado, de manera lúdica, casi con la actitud de un niño. Darín es súper generoso, sencillo, me da espacio para opinar y aprendí muchísimo viéndolo. Tiene un coco de otro planeta. Es una referencia profesional y personal para mí. El protagonista de Celda 211, Luis Tosar, siempre dice ‘Darín es Dios’. En España le tienen mucha admiración y la gente va a ver las películas porque está él”, asegura Ammann.
—Teniendo en cuenta lo que pasó con Darín y la Presidenta, ¿sería posible que Rajoy le respondiese a un actor español?
—No. Sí sucedió que muchos artistas se agruparon para manifestarse contra la guerra, la privatización de la salud o la suba del IVA a la cultura. Creo en la libertad de expresión y creo que tomó una dimensión exagerada... En cierta parte envidio a Ricardo porque me gustaría tomar un café con Cristina, me gusta la política, tengo muchas ideas. Ojalá que él me invite cuando vaya a verla (se ríe).
Hijo de militantes del Partido Humanista y ex profesores de literatura y periodismo de la facultad, dice que se irrita “cuando escucha el nombre Carlitos Menem porque es quien hundió al país” y que tiene “miedo al sistema capitalista” principalmente en Latinoamérica, aunque desde una España devastada ve “una Argentina más crecida, con medidas que me gustan y otras que me gustaría que se tomen. Imagino que ser presidente debe ser un quilombo”.

Calu Rivero y la soberbia
—Entre tu personaje, Gonzalo, y el de Darín se entabla una guerra de soberbia. ¿Cómo combatís vos ese pecado capital?
—Es una soberbia más patológica, de admiración enfermiza a un abogado. Cualquiera que se acerca a esta profesión con el deseo de ser actor o actriz tiene un ego grande. Hay que ver si te sirve como motor para hacer cosas constructivas o para que te engorde y te empaches. Me reconozco una persona egocéntrica, tengo mi orgullo y, como muchos, en algún momento pequé de soberbio. Trato de estar atento, charlar con mi familia y amigos para no dar ese resbalón.
—El año pasado durante el rodaje se te vinculó sentimentalmente con Calu Rivero. ¿Cómo tomaste el rumor?
—Nunca me pasó en España. Como mucho pueden escribir “se los vio muy juntitos. ¿Habrá algo entre ellos?”. Lo que hicieron acá fue feo, dijeron “se los puede ver caminando por Palermo de la mano, incluso comiendo en la casa de ella, y se dice que el actor le pagó un pasaje a Madrid”. Lo recuerdo literal. Yo estaba acá con mi mujer, que es ella (señala a Clara). Me sentí como el culo, no me gusta la mentira mediática, me parece burda, grotesca, cholulera de mala manera. Alimenta la basura cerebral. Me cayó mal por más que tengo una relación muy buena y de confianza, pero pueden generar daños. En la televisión sólo se ve basuras, culos y tetas, y en la revista sólo está el choluleo y se promociona constantemente el prejuicio.

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