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Claudia Fontán: "El humor me protege"

La actriz de “Los únicos” Su papel en la tira de El Trece juega con el absurdo, una característica de su personalidad en la vida real. Además, conduce un programa de cocina.










Un día sin risa es un día perdido. Bajo ese axioma de Charles Chaplin se mueve la chaplinesca Claudia Fontán. Basta que sobrevenga un segundo de silencio para que se empecine en romperlo a fuerza de chascarrillos. Lo mismo hace con sus personajes, aún si tocan la cuerda dramática. “ Busque, busque ahí dentro suyo que el personaje tiene siempre algo de usted , me decía el maestro Agustín Alezzo. Y hasta en un rol de drama la gente se termina riendo conmigo. El humor me protege”, deduce la actriz de Los únicos (El Trece). Y ríe.
En las puertas de Pol-ka se palpan ilusiones. Actores ignotos que entregan su currículum y se encomiendan al universo para que un ojo descubridor se les pose. Casi como niños detrás de la vidriera de una juguetería, ven pasar a Mariano Martínez, a Griselda Siciliani y a Fontán, quien alguna vez hizo lo que ellos: golpear la puerta de un productor para pedir un lugar enGasoleros . La súplica de “La gunda”, como le llaman, encontró su final feliz.
Soraya. Nombre de princesa persa lleva su nueva criatura, la que la encarrila otra vez hacia el humor. Una “loser” que “vive abocada a servir a Monterrey (Arnaldo André), a mirar a través de él” y devela, en parte, la psicología femenina: “Ella todo lo hace por amor. No le interesa ser una agente de elite sino, en definitiva, hacer lo que todas: intentar estar perfecta porque hay un hombre que la mira”, analiza. “Si vuelvo a ver el capítulo uno o el diez, el personaje era más dramático y hoy es un disparate. Me gusta irme para ese lado, al mango”.
¿Por qué el humor es tu modo de protegerte? Debe ser que cuando yo era chica, era hipertímida. Me hablaban y ya me ponía colorada y me escondía. Mi mamá me obligó a estudiar danzas. A mí me gustaba pintar, pero éramos tres hermanas y ganó la mayoría. Yo iba llorando. Y empecé a darme cuenta de que el humor es una manera de cubrirte. Me incomodan los silencios, ya hay silencio y yo meto el chiste. Debe ser también que a mí me gusta mucho la palabra. Mi generación tiene un vocabulario más florido. Habremos leído más, quizá. Por eso me gusta que Soraya hable tan bien. Yo soy re Soraya en algún lugar.
¿En cuál? Es que uno en algún lugar es su personaje. Como cuando estudiaba y me preguntaba¿Qué tengo de Lady Macbeth? Y Alezzo decía Busque que en algún lugar la tiene . Hay cierta cosa rígida de Soraya que yo tengo respecto a los cuadernos de mi hija, a la heladera, al supermercado, a la efectividad. Soy buena asistente y colaboradora.
No sólo matiza con humor su presente. Lo hace también cuando evoca el pasado. La primera vez que la mostró la televisión, como bailarina, en los ochenta, fue en Sábados de la bondad , con Leonardo Simmons. “Uno quería formar parte de Badía y Cía , pero estaba en el otro, que era como un quemo”, dispara la anécdota en formato de chiste. “Pepito Cibrián había llevado ahí su elenco de baile y recuerdo que teníamos que estar en el viejo Canal 9 todo el día. Me pagaban un bolo. Y como en ese momento los bailarines no cobraban a través de la Asociación Argentina de Actores, sino como artistas de variedades, compartía la fila del cobro con domadores de leones y gente de circo”, se ríe. “Eramos el entretenimiento de la gente. Había que bailar carnavalitos, chacareras, lo que venga. Y en el número de apertura, teníamos que ir formando la frase Sábados de la bondad . Yo siempre me daba vuelta más tarde”, juega.
Antes de la televisión, detestaba la televisión. “Hacer tele era un quemo para nosotros. Yo estudiaba con Alezzo y el único programa del que quería formar parte era Atreverse oNosotros y los miedos . Pero cuando sos chico te querés identificar con el resto, así que cuando crecí me di cuenta de que lo que pensaba era una pavada. Que hacer tele estaba buenísimo. Es un lugar de experimentación fantástico”, admite. “En esa época había que ser medio hippie, usar la cartera de costado, zapatillas, tomar café en La Paz. Y yo iba para donde iba la corriente”, recuerda.
La madurez la llevó a encontrar virtud en el ir contra la corriente. De hecho vivió desde adentro la época del Parakultural, con el grupo Las auténticas hijas de María. “Arranqué haciendo performances con Mariana Prommel. Hacíamos dibujos de lo que queríamos hacer en escena y se lo llevábamos a Omar Chabán, quien seleccionaba a la gente para Cemento. Nos pagaban con un ticket para una bebida. Pero no nos importaba. Nos emocionaba cruzarnos con las genias de Las gambas al ajillo”, evoca.
Su debut televisivo en la ficción fue de la mano de Jorge Guinzburg, en Peor es nada . Epocas en que era pareja de Horacio Fontova y el amigo Guinzburg la visitó en el teatro. “Me decíaTenés que estar en el programa, sos graciosa.
Pero me daba vergüenza que pensaran que entraba por “El Negro” y tener que quedarme en corpiño en algún sketch”. Su peregrinaje televisivo continuó en Como pan caliente ,Gasoleros , Son amores y más. “Me gusta darle alegría a los personajes. Siempre trato de ir por el lado del absurdo”, explica la mujer con algún antecedente en el cine ( El hijo de la novia e Igualita a mí , entre otras películas).
Con el sueño infantil de ser peluquera y dos carreras abandonadas a la mitad -Publicidad y Abogacía-, “La gunda” (bautizada así por ser la segunda hija) supo resignar el sueño de la vuelta al teatro (con Los únicos ) por la maternidad. “La producción entendió que no puedo dividirme. Tengo una hija de seis años (Antonia) que atraviesa una edad que tiene que ver con su seguridad. Y mi ego, a esta altura, está corrido hacia su lado”, admite. “Hay que saber soltar los papeles y dejar que los haga alguien que los necesite”.
Claudia no sueña con marquesinas gigantes ni luces alrededor de su apellido. Apenas se regodea en “la bendición” de su trabajo: “Todos los días veo a la gente que trabaja con devoción en lo que no le gusta, y eso me apena. Me gusta eso de que cada vez que empezás una tira es como empezar de nuevo. Si te fue mal en un papel, estás dos años sin trabajar pagando ese error. Pero te perdonan, y siempre es un volver a empezar. Eso me mueve. El riesgo”.

Clarin

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